Vídeo del acto de presentación de “Aprendiendo a liderar” en La Casa del Libro el día 16 de Septiembre de 2015.
Gracias a todos los que me acompañaron. Gracias también, a aquellos que queriendo hacerlo no pudieron.
El que hace de su opinión un juego acomodaticio de intereses espurios y bastardos, aparentará compromiso en donde el solo interés campa a sus anchas. Egoísmo y compromiso, a modo de aceite y vinagre, jamás se confundirán. La voluntad, únicamente empeñada en el cumplimiento de lo que a título personal interesa, jamás se conformará como la expresión genuina de un corazón comprometido. Si un matiz caracteriza a la persona fiel a sus promesas es el de situar por encima de sus estados de ánimo lo que por obligación se ha arrogado.
Publicado en El Confidencial Digital el 24/09/2015
El pasado mes de Junio, y por la Editorial Pearson, publiqué mi segundo libro que lleva por título: “Aprendiendo a liderar”. En el mismo, desarrollo aspectos del liderazgo que, acompañando siempre a nuestra condición humana, jamás se nos presentarán como suficientemente “sabidos/vividos”, entre otras razones porque tal como propongo en el subtítulo “El mundo no hay que entenderlo, hay que sentirlo”.
En particular me refiero al tibio de ánimo, de condición, a aquel tipo de persona o institución que vive instalada en lo conveniente, en el qué dirán, en el puro cálculo y utilitarismo. La tibieza, como subproducto del relativismo moral que es, encuentra aunque sea en clave de humor, en GROUCHO MARX y en sus principios -más bien la falta de ellos- un referente ciertamente esclarecedor. Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros.
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