Tanto la sociedad en general como el mundo empresarial en particular, se encuentran sumidos en una percepción de lo que la vida es que se apalanca, casi con exclusividad, en valores como la motivación, la ilusión, la felicidad, y una larga retahíla de deseos y emociones que lo que propician es arrinconar cualquier impulso motor encaminado al logro con esfuerzo y sacrificio.
El sentido del deber, el acuerdo comprometido por la palabra dada, el honor…palidecen avergonzados por deseos tan edulcorados. Emociones y más emociones sin dirección ni sentido.