De manera regular en el ámbito de la empresa, y en muchos casos más cerca del show bussines que del intento formativo, se celebran sesiones, denominadas de motivación, en las que se tratan temas de lo más variopinto: optimismo e ilusión, cómo ser feliz, reilusionarse, resiliencia, y un largo etcétera de títulos que a modo de tierra prometida nos ofrecen solución a muchos de nuestros desencuentros con la vida.
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La falacia del mensaje ilusionador y reilusionador. El combustible en la persona no es otro que el compromiso con un “motivo” que le “energiza”.
Con relativa frecuencia, y en el ámbito de la empresa, nos enfrentamos con seminarios, talleres, charlas motivacionales, y un largo etcétera de formatos que persiguen, por lo menos así se presentan, ilustrar una forma de emplearse en la vida mejor, con menores niveles de ansiedad, de infelicidad y de frustración. El arte de vivir. El camino a la felicidad.
¿Qué hacer cuando es la malicia la que se hace dueña del comportamiento humano? ¿Qué hacer tras repetidas advertencias? Paciencia y asertividad se muestran como necesarios. No se puede ser cobarde ante la maldad
Cuando el 3 de Julio de 1969 fallecía Brian Jones, alma de The Rolling Stones en sus inicios, ahogado en su piscina mientras nadaba (versión que sigue siendo discutida) el futuro de la banda parecía garantizado y sin fisuras.
En la foto de portada de una revista de tirada mensual y anejo a la sien derecha de Vicente del Bosque se puede leer el siguiente título: Los expertos nos dan la fórmula exacta. Tú puedes ser un líder como Rafa Nadal, Barack Obama, Amancio Ortega, Carlos Slim, Mahatma Gandhi”.
La persona se manifiesta en lo que es a través de sus actos. La forma en la que decide y, en el cómo se emplea, ponen al descubierto a qué tipo de individuo nos enfrentamos.
En el ser humano no cabe ausencia de acción, tanto si permanece rígido e inmóvil como activo e incansable, esa será la forma en la que se habrá definido, en la que “se habrá hecho”.
El individuo carente de ilusiones, sin referentes ciertos, aficionado al movimiento quedo y escaso, en el que su afán de servicio hacia los demás se muestra esquivo y ajeno a su condición, no quedará definido por la ausencia de calificativos, por el vacio del “no ser”. Resulta imposible “no ser nada”, no hacer nada.
No siempre se trata al trabajador (sea cual sea su posición) como lo que es: persona por encima de cualquier otra consideración. El buen trato debe ser un hecho innegociable.
Entrevista realizada por alumnos de la Facultad de Periodismo en el acto de presentación del libro de la Editorial Pearson “La gestión emocional”