Tal era la pregunta con la que, no hace demasiado tiempo, se iniciaba un amigo en su conversación. Quizás -continuaba-, si lo entendiera podría encontrar la forma de evitarlo. Debo añadir, que no era la primera vez (ni seguramente la última) que me encuentro con un interrogante como el apuntado.
Categoría: Críticas Página 2 de 4
El pasado mes de Junio, y por la Editorial Pearson, publiqué mi segundo libro que lleva por título: “Aprendiendo a liderar”. En el mismo, desarrollo aspectos del liderazgo que, acompañando siempre a nuestra condición humana, jamás se nos presentarán como suficientemente “sabidos/vividos”, entre otras razones porque tal como propongo en el subtítulo “El mundo no hay que entenderlo, hay que sentirlo”.
Aquí os presento alguno de mis libros de referencia: “Desde la Adversidad”, Santiago Álvarez de Mon; “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, S.R. Covey; “El octavo hábito”, S.R. Covey. El +1 se refiere a mi primer libro: “la gestión emocional” de la Editorial Pearson.
Eduardo Punset en su libro “El viaje a la felicidad” nos refiere su exclamación ante el visionado de un embrión mediante unas ecografías en 3D:
¡Qué aburrimiento permanecer nueve meses encerrado en el vientre de la madre bañado en líquido amniótico y sin respirar!
La importancia de los roles desempeñados por los distintos departamentos de una empresa ha variado en relación a la evolución del mercado y sus necesidades. Hasta muy avanzada la Era Industrial, y enfrentados a mercados ávidos de productos en su necesidad, la preponderancia de los Departamentos de Producción era incuestionable: todo lo que se producía encontraba comprador.
Hubo una época en la que el complejo de nuevo rico quedaba circunscrito a lo puramente económico, al alarde, en forma de sobreactuación enfermiza, de todo cuanto propiciara una imagen de opulencia ajena a un pretérito que, por desmerecedor de la situación actual, se trataba de ocultar. El triunfo de la soberbia presente sobre la obligada humildad pasada.
La imagen que tenemos de nosotros mismos como consecuencia, entre otras circunstancias, de nuestras primeras experiencias familiares, escolares, y de amistad, puede marcar de forma dramática la forma en que nos empleamos con los demás.
Por todos o casi todos, es sabida la forma en que la tecnología ha facilitado la posibilidad de conexión de los unos con los otros, así como también los grados de libertad que la misma ha añadido a nuestras capacidades de expresión y comunicación. La tecnología, transformando nuestro entorno inmediato, ha provocado una concepción del saber un tanto engañosa: sólo lo calificado como útil pasa a tener la consideración de valioso, al resto sólo le cabe el abandono y el menosprecio.
Estando, como estamos, en época festiva, resulta de lo más cotidiano asistir a alguna de las múltiples cenas de empresa que se celebran con motivo de La Navidad. En ellas, y en un ambiente que se pretende cordial y distendido, se mezclan, compañeros, jefes, y colaboradores de trabajo. Lo que allí ocurra, se manifestará como un síntoma más de lo que la empresa es y de los valores que la soportan.