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Comprometidos con la estupidez

El que hace de su opinión un juego acomodaticio de intereses espurios y bastardos, aparentará compromiso en donde  el solo interés campa a sus anchas. Egoísmo y compromiso, a modo de aceite y  vinagre, jamás se confundirán.  La voluntad,  únicamente empeñada en el  cumplimiento de lo que a título personal interesa, jamás se conformará como la expresión genuina de un corazón comprometido. Si un matiz caracteriza a la persona fiel a sus promesas es el de situar  por encima de sus estados de ánimo lo que por obligación se ha arrogado.

Publicado en El Confidencial Digital el 24/09/2015

Comprometidos con la estupidez

La incompetencia y falta de valía como ventaja competitiva (el concurso de belenes)

¿Hacer bien el tonto (evidente oxímoron) pudiera ser fuente de ventaja competitiva? Parecer incompetente o sencillamente serlo, en un entorno en el que pugnan otros competidores más preparados pudiera otorgar, a través del voto (y todo tipo de acciones) interesado, relevancia a quien a título personal nadie se la entregaría. Este fenómeno  se presenta en ámbitos en los que la envidia, la estupidez humana, y la falta de criterio, nos alcanzan. La tontuna, y la cutrería, al poder. (Publicado en: El Confidencial Digital).

La incompetencia y falta de valía como ventaja competitiva (el concurso de belenes)

El mundo no hay que entenderlo hay que sentirlo

Reseña sobre el libro “Aprendiendo a liderar” que, en forma de tribuna de opinión, se ha publicado en la revista de la APD de Septiembre.

El mundo no hay que entenderlo hay que sentirlo

 

¿Qué hago si mi jefe me grita?

Tal era la pregunta con la que, no hace demasiado tiempo, se iniciaba un amigo en su conversación. Quizás -continuaba-, si lo entendiera podría encontrar la forma de evitarlo. Debo añadir, que no era la primera vez (ni seguramente la última) que me encuentro con un interrogante  como el apuntado.

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Aprendiendo a liderar. Reflexiones para gobernantes sobrevenidos

El  pasado mes de Junio, y por la Editorial Pearson, publiqué mi segundo libro que lleva por título: “Aprendiendo a liderar”. En el mismo, desarrollo aspectos del liderazgo que, acompañando siempre a nuestra condición humana, jamás se nos presentarán como suficientemente “sabidos/vividos”, entre otras razones porque tal como propongo en el subtítulo  “El mundo no hay que entenderlo, hay que sentirlo”.

La ejemplaridad en el político, directivo, profesor…

La concepción del papel a interpretar por un político ha mutado, en perfecta sincronía con otros muchos roles (directivo, profesor…), desde una apreciación integral de la persona, a otra, formada por valoraciones parciales y estancas de su cometido. La visión holística “ya no se estila”.

Más imprecisiones en las técnicas para motivar empleados

En ocasiones, los  planteamientos mecanicistas que, como herederos de la revolución industrial, se enfocan a la búsqueda de un mejor desempeño laboral,  se muestran necesitados de  reflexión.

Técnicas para motivar empleados, y otras imprecisiones

En relación al título enunciado, resultan habituales expresiones del siguiente tenor: “ el hecho de fomentar un clima agradable, en el que se  reconozcan logros, y se faciliten horarios flexibles, entre otras circunstancias, se presenta como clave para mantener una plantilla motivada y, como consecuencia, propiciadora del éxito en la empresa”.

Sobre la ética, las emociones, y la física vectorial

Tanto la sociedad en general como el mundo empresarial en particular, se encuentran sumidos en una percepción de lo que la vida es que se apalanca, casi con exclusividad, en valores como la motivación, la ilusión, la felicidad, y una larga retahíla  de deseos y emociones que lo que propician es arrinconar cualquier impulso motor encaminado al logro con esfuerzo y sacrificio.

El sentido del deber, el acuerdo comprometido por la palabra dada, el honor…palidecen avergonzados por deseos tan edulcorados. Emociones y más emociones sin dirección ni sentido.

Empresa y felicidad. ¿Hasta qué punto la empresa nos puede hacer felices?

Eduardo Punset en su libro “El viaje a la felicidad” nos refiere su exclamación ante el visionado de un embrión mediante unas ecografías en 3D:

¡Qué aburrimiento permanecer nueve meses encerrado en el vientre de la madre bañado en líquido amniótico y sin respirar!

 

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