De reciente polémica es la posibilidad de tránsito hacia un entorno de listas abiertas, la búsqueda del orden en los procesos de elección implica pérdida de grados de libertad.
Así el mayor grado de libertad consistiría en depositar en una urna, el nombre que nos pareciera apropiado en la defensa del buen gobierno colectivo, nos toparíamos con representantes sin ninguna disposición por lo público.
Tal inconveniente, supondría realizar una criba previa, en la búsqueda de aquellos individuos, que sí tienen tal disposición, posteriormente agruparíamos por afinidades políticas etc. Adivinamos pérdida de libertad tanto en el votar como en el agrupar.
Disminuir el grado de libertad, supone la existencia de un condicionante que en la mayoría de los casos es administrado por alguien que detenta el poder.
Las listas abiertas, suponen conseguir un mayor grado de libertad, en detrimento de poder en los aparatos de partido causantes de la actual cultura de servilismo presente en nuestro sistema parlamentario, tal es así que resulta patético comprobar la presencia de tan escaso cerebro en los órganos de gobierno de España.
En cualquier caso, con listas abiertas o cerradas, una meta ineludible, es la reforma de nuestro sistema formativo, que propicie la elección por “reconocimiento”, nuestra transición fue capitaneada por gente de mérito, con una potencia intelectual en algunos casos abrumadora, se les elegía porque eran los mejores, los más preparados, en el fondo era una elección por admiración.
Nuestra cultura ha derivado de la elección por “admiración”, a la elección por “mimetismo”, se trata de elegir a uno de los “nuestros” y cuanto menos tenga que aportar mejor, puesto que se observará como un triunfo de la cercanía y sencillez, urge elevar el criterio de nuestros jóvenes, elevaremos el criterio de su elección.
Publicado el 28 de Julio de 2011 en el Diario Negocio & Estilo de Vida.
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