Recuerdo cuando en mis primeros escarceos con el álgebra me topé con la relaciones de equivalencia, y en particular con una propiedad de ellas denominada simetría.
Así, una relación entre dos elementos tenía la consideración de simétrica cuando comparados a través de ella se manifestaban en un plano de absoluta irrelevancia. Que A fuera “igual” que B, implicaba que B era “igual” que A; en lógica consecuencia la igualdad gozaba de la propiedad simétrica.
¿Y si en lugar de la relación de igualdad tratáramos sobre el hecho diferencial catalán (singularidad como sucedáneo)? ¿Sería una relación simétrica o no? Veamos, si un catalán fuera “distinto”, en atención a su comunidad de procedencia (su “cultura” particular), a un vasco, gallego o andaluz, pongamos por caso, indudablemente el vasco, gallego o andaluz, también serían distintos al catalán. Por lo que el hecho diferencial se conformaría como una relación simétrica. Si A es distinto de B, B es distinto de A. Y, sin más malicia, ni consideración, todos se sentirían contentos en sus particularidades.
En consecuencia, el hecho diferencial no otorgaría ninguna preponderancia a ninguno de los dos elementos relacionados, simplemente los caracterizaría como distintos. A no ser, claro está, que no se estuviera tratando de establecer –subliminalmente por supuesto- una relación, no ya diferencial, sino de superioridad. Si A es distinto y mejor que B, B ya no podría ser distinto y mejor que A. La relación de “superioridad” no goza de la propiedad simétrica.
De ahí se deriva el hecho de que en el plano político se hable de asimetría; unos, más y mejores que otros. Aunque los juicios y opiniones se cobijen al abrigo del término “distintos” en realidad se trata de evidenciar la superioridad de unos con respecto a los demás.
El hecho diferencial como “meme”[i] impactante, parte de otro supuesto, uniforma al resto de España: todo lo que no es catalán es homogéneo. Al igual que hace con lo catalán: todos los catalanes son iguales. Nada más falso en todas sus suposiciones. En Cataluña no existe esa forma de ser homogéneamente monolítica como al igual que ocurre en el resto de España.
No se es mejor por ser catalán, madrileño, valenciano o de cualquier otro lugar, en todo caso sería en atención a la singularidad de cada persona, nunca en atención a su procedencia.
La libertad, implica, entre otras consideraciones, ausencia de vasallaje en atención a la simple cuna, quien se contempla a sí mismo como superior en función a su lugar de nacimiento –un simple accidente coyuntural- lo único que manifiesta es su pobre concepción de la naturaleza humana. Se muestra como el retrato más mediocre de su singularidad. Es, en función de su pertenencia; si no, en su singularidad, no es nadie.
Publicado el 21/11/2014 en El Confidencial Digital.
El álgebra y el hecho diferencial catalán.
[i] Meme: unidad teórica de información cultural transmisible de un individuo a otro o de una mente a otra o de una generación a la siguiente.
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